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No solo aborto legal: por aborto libre y autonomía sexual. Diálogos entre Alemania y Argentina

Por Cecilia M y Ryan della Salla[1]

Como migrantes en Berlín, nos atraviesa tanto la lucha por el acceso al aborto que acaba de dar un gran paso consiguiendo la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina, como también la necesidad de comprender y posicionarnos frente a las condiciones existentes en Alemania para el acceso a los derechos sexuales y reproductivos. Un diálogo entre las experiencias de los dos territorios nos permite ver los puntos de contacto y los aprendizajes mutuos de las luchas aquí y allá. 

Aborto en Alemania: ilegal y muy lejos de lo autónomo

La imagen de la serie ‘Poco ortodoxa’ donde una mujer al quedar embarazada en Berlín es atendida por una médica que, con muchísima naturalidad, le pregunta si quiere hacerse un aborto, refleja el imaginario que tienen/tenemos muchas personas acerca de Berlín como un lugar donde el aborto es libre, legal, y accesible.

La realidad es muy distinta: el aborto en Alemania está tipificado como un crimen. Existen excepciones en las cuales el aborto puede practicarse de forma legal: que exista una indicación médica, que el embarazo haya sido resultado de una violación, o que la persona gestante pase por una consultoría (Beratung) en una instancia acreditada por el estado y en ese marco exprese su decisión de no proseguir el embarazo.[2] En caso de abortos por indicación médica o violación, el costo es asumido por el seguro de salud, mientras que en el caso del paso por la consultoría, el costo debe ser pagado por la persona gestante, a menos que reciba ayuda social del estado. El paso por la consultoría es la que habilita a la mayoría de los abortos que se realizan en Alemania y funciona en muchos casos una instancia de enorme violencia psicológica al intentar en ocasiones persuadir a quien acude de no abortar.[3] Estas regulaciones excluyen desde ya a personas que se encuentran ilegalizadas por no tener permisos de residencia o no tienen seguro de salud. A todo esto se le suma el hecho de que muchos de los abortos no se realizan con pastillas, como recomienda la Organización Mundial de la Salud, sino mediante aspiración o inclusive legrado (raspaje), métodos muchos más violentos e invasivos. 

Existe en Alemania un movimiento conformado por diversas organizaciones políticas que reclama la derogación del artículo que tipifica al aborto como un crimen, así como del parágrafo que penaliza a médicxs que informen/publiciten que en ese consultorio/clínica se practican abortos.[4] Sin embargo, pese a que la ley en Alemania es similar a muchos países de América Latina, donde el movimiento por el acceso al aborto es masivo y ocupa la agenda pública hace años, en Alemania se trata de un movimiento minoritario y el tema tiene un lugar muy marginal en el debate político y la agenda feminista. ¿Por qué se sabe tan poco de esto? ¿Por qué se tiende a creer que el aborto es legal? ¿Por qué no se tematizan las violencias que hay que atravesar para acceder a un aborto? ¿Por qué no es parte central de las luchas anti-sistémicas? 

El debate que nos falta: la autonomía sexual 

Para entender el debate sobre la necesidad de ir mas allá de la legalidad-ilegalidad nos interesa reflexionar acerca de las diferencias y similitudes entre las situaciones en Argentina y Alemania. En un país como Alemania donde la clandestinidad no es una realidad más que minoritaria, la ilegalidad del aborto no figura en la agenda. Sin embargo, que para grandes sectores de la sociedad haya una ausencia de clandestinidad no significa ausencia de violencias o pérdida de autonomía. La oposición entre clandestinidad y legalidad que muchas veces se ha construido como una estrategia en Argentina para tener mayor impacto, pero deja de lado uno de los ejes más importantes en este debate que es el de la posibilidad de avanzar en una vida libre de violencias. 

Nos preguntamos, ¿es posible construir una vida libre de violencias cuando el sistema médico está dominado por mandatos patriarcales que reproducen la violencia sobre quienes deciden por fuera de la moral religiosa? ¿Realmente confiamos en que el estado genere las instituciones que nos permitan abortar libremente?  Nos preguntamos si es posible, contando con la importante conquista del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, imaginar un acceso al aborto por fuera de las violencias estructurales representadas en el sistema médico. 

Muchas de estas experiencias que se sitúan por fuera de los sistemas que generan violencias estructurales están cruzadas por el debate de la autonomía sexual, es decir, la discusión acerca de cómo generar espacios donde podamos ejercer de manera libre nuestras decisiones sexuales y reproductivas. 

Prácticas de autonomía colectiva: las experiencias de autorganización en las consejerías pre y post aborto en Argentina

A lo largo de la historia hubo siempre grupos de personas que acompañaron la realización de abortos, desde las llamadas “brujas” con sus conocimientos sobre hierbas abortivas en la Edad Media, hasta los grupos activistas que hoy acompañan la práctica de abortos con medicamentos.[5] El movimiento feminista argentino aporta algunos ejemplos dentro de esta historia y nos muestra cómo la autonomía se construye en la práctica política.

Hacia el año 2009 el colectivo Lesbianas y feministas por el derecho al aborto montó una red de información en torno de la línea telefónica “Más información, menos riesgos” para informar acerca de cómo realizarse un aborto seguro con pastillas de oxaprost/misoprostol.[6] Las líneas telefónicas y los espacios de organización para el acompañamiento de abortos se fueron multiplicando. Gracias a estas redes, muchas personas pudieron y pueden practicarse abortos libres de violencias y con un adecuado acceso a la información necesaria, incluso de forma autónoma respecto del sistema médico. Estas experiencias nos permiten pensar en un avance a espacios organizativos que generan una autonomía colectiva. Lo que aparece en principio como una reivindicación individual (“mi cuerpo, mi decisión”) se convierte en colectivo cuando se evidencia que la politización y la organización son el único camino para lograr el ejercicio de un derecho. 

La autonomía corporal como horizonte: cruces entre las luchas trans y el movimiento feminista 

El aborto es un derecho que debe ser conseguido como parte de la lucha para seguir generando autonomía y libertad sobre nuestra sexualidad, y en este sentido es una de las muchas reivindicaciones que tanto mujeres como disidencias sexuales compartimos. En el marco de la llamada “marea verde” que se hizo presente en Argentina desde 2018, cuando la lucha por el derecho al aborto tomó las calles de forma masiva, la presencia de varones trans y personas no binarias en el movimiento dejó en claro que existen diversas identidades con capacidad de gestar y, por lo tanto, de abortar. Pero los cruces entre las luchas travesti trans y el movimiento por el aborto son incluso anteriores.  Activistas travestis como Lohanna Berkins y Diana Sacayán apoyaron tempranamente la lucha por el aborto, planteando claramente que más allá de no gestar, la autonomía corporal es un horizonte común en la posibilidad de una alianza entre mujeres y disidencias sexuales. [7]

No solo los avances en la lucha por el aborto sientan precedentes para las reivindicaciones del movimiento trans, sino que los logros de este aportan resultados fundamentales a la lucha de los feminismos. La ley de identidad de género sancionada en Argentina constituye un avance en la autonomía al no solo despatologizar las identidades trans y prescindir de la autorización de médicxs y jueces/as para declarar la identidad auto-percibida sino que da espacio también a que existan múltiples maneras de vivir las experiencias trans/no binarias. De esta manera, al permitir reconocer como varones o a personas que se sitúan mas allá de la norma binaria a personas con capacidad de gestar, muestra lógicamente las limitaciones de la idea de las mujeres como sujeto político único en la lucha por el acceso al aborto. [8]  

Cruzando fronteras por la autonomía sexual 

La autonomía sexual es un eje clave para pensar no solo la politización de las luchas por la libertad sexual, sino también la sexualización de la práctica política, en tanto implica pensar cómo construir políticamente al margen de las instituciones reproductoras del patriarcado. Las posibilidades para ejercer autonomía están a su vez atravesadas por el clasismo, el racismo y la xenofobia. Esto lo vemos claramente en Alemania desde nuestra perspectiva migrante: si ya de por sí es difícil para todxs decidir sobre nuestros cuerpos y ejercer nuestros derechos de forma autónoma, lo es más aun para personas ilegalizadas, o con una situación migratoria precaria, o para quienes debemos comunicarnos con médicxs en un idioma que no es el propio. La lucha por el acceso al aborto en Alemania debe pensarse como una causa común de todos estos sectores.

Si la lucha por la autonomía es, como muestra el caso de Argentina, un eje compartido por el movimiento feminista y las disidencias sexuales, entonces Berlín es un terreno muy fértil para construir estas alianzas. Retomamos las experiencias de las luchas desde el colectivo LGBT* y disidencias sexuales así como de las feministas en Argentina para pensar una agenda  política que los cruce. Un ejemplo clarificador es el del colectivo travesti/trans en la UE donde para poder cambiar de género frente a las instituciones públicas deben enfrentarse a un sin fin de violencias (incluyendo  presentar certificados psiquiátricos que diagnostiquen “disforia de género”). En Argentina, por ejemplo, la Ley de Identidad de Género le comenzó a poner fin a estas prácticas violentas. Ley conquistada fundamentalmente gracias a la organización independiente de las instituciones estatales pero sin olvidar la necesidad de seguir disputándolas.

Reafirmamos nuestra convicción de seguir cruzando nuestra experiencia como migrantes con las locales no para romantizar a los movimientos sociales en América Latina sino como una oportunidad para repensarnos y poder impulsarnos a una acción política mas efectiva y que nos lleve a transformar todo lo que tenga que ser transformado para demoler las prácticas hetero-cis-patriarcales de todos los aspectos de nuestras vidas.

[1] Este texto es el resultado de la síntesis que quienes escriben la nota realizaron a partir de un encuentro tenido el 17.12.2020 con Francisco Fernandez (activista transmasculino), Camila Delia (integrante de la Consejería Pre y post aborto de la Asamblea de Villa Urquiza, Buenos Aires) y Derya Derya Binışık  (asesora en autonomía sexual y justicia reproductiva, Gunda-Werner-Institut) alrededor de un cruce en la lucha por el derecho al aborto entre Argentina y Berlín. 

[2] https://www.bmfsfj.de/bmfsfj/themen/familie/schwangerschaft-und-kinderwunsch/schwangerschaftsabbruch-nach—218-strafgesetzbuch/81020

[3] https://www.buzzfeed.com/de/julianeloeffler/schwanger-profemina-beratung-abtreibung-218

[4] referencias artículos 218 y 219, y referencias al movimiento por la derogación, por ejemplo https://www.sexuelle-selbstbestimmung.de/ y https://whatthefuck.noblogs.org/

[5] Por ejemplo https://en.wikipedia.org/wiki/Jane_Collective 

https://www.womenonwaves.org/

[6] Línea “Más información, menos riesgos” https://www.womenonwaves.org/es/page/1032/safe-abortion-hotline-argentina-july-2009

[7] https://lanotatucuman.com/lohana-berkins-y-el-derecho-al-aborto/actualidad/16/06/2018/16913/

[8] ver Francisco Fernández Romero “‘We Can Conceive Another History’: Trans Activism Around Abortion Rights in Argentina”, en International Journal of Transgender Health. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/26895269.2020.1838391?fbclid=IwAR3HNJqPaP_exKjDldBKHykc1vKTuhWv7dpjnEhpH8KJjjpzBkOlbRfbwvg&journalCode=wijt21