Por Cecilia
El 14 de septiembre de 2022 algunes integrantes del Bloque Latinoamericano participamos de un encuentro con una compañera de la coordinación nacional del Movimiento de Trabajadores sin Tierra de Brasil (MST). El encuentro, organizado en conjunto con el Stadtteilkomitee Neuköln y Migrantifa Berlin, nos permitió primero conversar con ella en un taller íntimo con los colectivos organizadores y luego escuchar su intervención en un evento público. El intercambio nos inspiró a pensar nuestro propio trabajo político de nuevas formas, y nos dejó preguntas acerca de lo que podemos aprender de uno de los movimientos más grandes del mundo, conscientes del desafío que implica la traducción idiomática y política de experiencias latinoamericanas al contexto alemán. A continuación, comparto algunas de las reflexiones que me dejó este encuentro.
Para la lucha hay que alimentar el cuerpo y el alma
Comenzamos el encuentro compartiendo comida, las historias de nuestras organizaciones y algunas canciones que son importantes para nosotres, que transmiten algunos de los principios de nuestros horizontes comunes y nuestro quehacer político. Cantar una canción de Silvio Rodríguez y acto seguido una de Hannes Wader es uno de esos momentos que nos recuerdan que hacer política migrante en Berlín es pura mezcla, pura creación. La compañera nos compartió la importancia que tienen los símbolos y el arte para el MST, lo que elles llaman mística: es lo que nos ayuda a alimentar el alma y el corazón, lo que nos ayuda a sentir con todo el cuerpo la convicción de que otro mundo es posible. La mística es algo que se prepara y se planifica, pero no hay recetas de cómo construirla porque en cada contexto pueden variar los símbolos que alimenten la energía vital de la lucha.
Este momento nos dejó reflexionando acerca de algunos de los desafíos que tenemos como organización, algunos de los cuales son compartidos por el resto de nuestra generación política, y otros nos son propios como organización migrante. Por un lado, nos toca encontrar herramientas para recuperar la confianza en la posibilidad de una transformación en una época de muchas derrotas. Nos toca también pensar prácticas que integren los cuidados, parte fundamental del alimento del cuerpo y el alma, en el trabajo político y como forma de prefigurar la sociedad que queremos construir. Por otro lado, como migrantes nos encontramos con el desafío de elaborar símbolos propios que nos remitan a las tradiciones de lucha en nuestros territorios, pero a su vez sean comprensibles y dialoguen con los sentidos de las luchas en Alemania.
Concebir el trabajo político desde el suelo que pisamos
La compañera planteó que el trabajo político del MST surge siempre de la necesidad. Tanto en su origen, hace casi 40 años, como hoy en día, su lucha surge de la necesidad de campesines desplazades de sus tierras de tener un medio de producción para poder sustentarse y mejorar sus condiciones de vida. Es el propio proceso de lucha para satisfacer las necesidades lo que permite comprender por qué este sistema excluye a muchas personas de los recursos básicos. Para mantener las tierras y para organizar una vida en ellas, es necesario no solo la producción de alimentos sino también la organización autogestionada de la vivienda, la cultura, el acceso a la educación y mucho más. Es en este proceso en que les integrantes del movimiento van no solo comprendiendo la necesidad de transformar la sociedad entera, sino que van construyendo elementos de esa nueva sociedad en el presente.
¿Qué podemos aprender de esta experiencia para nuestras luchas en Alemania? En primer lugar, que uno de los caminos fundamentales para el trabajo de base es partir de las necesidades que existen acá y ahora. Aun en un contexto en el que el acceso a los recursos básicos está mucho más ampliamente garantizado que en Brasil, el sistema genera exclusión y la precarización avanza cada vez más afectando al conjunto de las personas que viven de su trabajo. Existen necesidades insatisfechas en relación con el acceso a la vivienda, al trabajo en condiciones dignas, a una alimentación completa y a los servicios de salud, entre otras dimensiones. También identificamos necesidades que tienen que ver con contar con estructuras de cuidados, redes personales y de contención emocional, y con la falta de acceso a la prevención o el tratamiento en salud mental. Estas necesidades tienen que ver no solo con la estructura económica sino también con los impactos profundos del neoliberalismo en el tejido social. También frente a estas necesidades necesitamos ofrecer soluciones colectivas.
Estas necesidades afectan de forma diferente a la población, estando las personas migrantes y racializadas sobrerrepresentadas entre quienes más dificultades tienen en el acceso. Pero también entre los sectores precarizados de la población nacida en Alemania, que cobran el sueldo mínimo o ayudas sociales insuficientes, las condiciones de vida se deterioran crecientemente. Este sector se siente en ocasiones interpelado por los discursos de las derechas, pero raramente es destinatario de las políticas de las izquierdas. Por eso consideramos fundamental trabajar codo a codo con otras organizaciones en los barrios y en las diversas luchas sociales, como las de la vivienda, las luchas laborales, feministas o por la justicia climática.
La importancia de la organización política
El trabajo de base para el MST consiste en tres pasos principales: el primero es convocar a les trabajadores desplazades tanto en el campo como en las favelas y periferias urbanas a que se sumen al movimiento para de esa forma luchar por el acceso a la tierra. Esto no sucede espontáneamente, sino que requiere de una convocatoria activa, yendo a los barrios a conversar con las personas e invitarlas. El siguiente paso es la formación política, necesaria para entender por qué aparecen estas necesidades y por qué es necesaria la participación para lograr una transformación. El tercer paso es la distribución de tareas y responsabilidades para que todes formen parte activa del movimiento y continúen la formación sobre la base de la práctica. La compañera del MST nos plantea que todo este trabajo solo tiene sentido si hay una organización política detrás encargada, entre otras cosas, de concebir una alternativa a este sistema. Sin eso, solo estaríamos haciendo asistencialismo, tapando los agujeros del sistema sin vislumbrar uno nuevo.
En cuanto a su forma organizativa, el MST no se considera como una expresión de alguna de las formas más comunes de organización política, sino que combina elementos de organización económica (sindicato), social (movimiento popular) y política (partido). Comparte con los sindicatos el involucramiento en la lucha contra agentes económicos por la mejora de las condiciones laborales; con los movimientos comparte la demanda al Estado por el acceso a servicios como la educación, la cultura, la vivienda; con los partidos comparte el hecho de formular un programa para el conjunto de la sociedad (en su caso la reforma agraria popular) y hacer lo posible por lograr su implementación.
Esta nos parece una reflexión fundamental para el contexto alemán. A pesar de la gran creatividad que demuestran las izquierdas en sus formas de lucha, desde la toma de casas para su autogestión hasta la ocupación de bosques o el despliegue de campañas masivas, observamos una gran ausencia en cuanto al rol de las organizaciones políticas. Existe de hecho una gran confusión en torno de qué es una organización, perdiéndose a veces de vista la diferencia entre un colectivo y una campaña o red que reúnen individuos en torno a la organización de una movilización o trabajo mediático. Creemos en cambio, que las organizaciones deben cumplir un papel no solo en la planificación y ejecución de las medidas de lucha sino también en la formulación de alternativas al sistema actual, en la reflexión colectiva sobre la propia práctica, y en la alimentación de tradiciones que permitan recuperar los aprendizajes del pasado y conciliarlos con lecturas del presente y una visión sobre el futuro.
Observamos actualmente un movimiento interesante en las estrategias de las izquierdas en Alemania, cuyo punto de llegada aún no está claro. La estrategia post-autonomista, caracterizada entre otras cosas por la interpelación de la opinión pública mediante campañas, pareciera mostrar signos de agotamiento luego de varios años de apogeo y aportes fundamentales. Si bien ha logrado obtener un importante éxito político con la victoria en el referendum por la expropiación de las grandes inmobiliarias, pareciera no tener herramientas para reunir fuerzas y prepararse para el siguiente round. Como alternativa (o complemento) a esta estrategia, toma fuerza la necesidad de reforzar el trabajo de base, o el “community organizing”, un conjunto de prácticas que tienen similitudes con el trabajo de base y son recuperadas por algunos sectores con conexiones en las izquierdas de Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta idea, que en América Latina la mayoría de las izquierdas dan por sentada, tiene el potencial de renovar las prácticas políticas en Alemania. La pregunta que queda abierta es si esta renovación logra también recuperar los aprendizajes de las experiencias previas y hacer una síntesis creadora que permita darle un nuevo rol a la organización política. Es decir, si se logra combinar, como es frecuente en América Latina, la organización de los sectores populares a escala local y autogestionando soluciones a problemas colectivos, con la movilización masiva en el marco de campañas que logren obtener reivindicaciones y victorias políticas, permitiendo acumular cada vez más fuerzas y radicalizar progresivamente las demandas.
Ni calco ni copia
Como Bloque Latinoamericano nos preguntamos cuál es nuestro rol en esta etapa y de qué manera podemos aportar a la definición de nuevas estrategias que conduzcan al fortalecimiento de una izquierda popular, masiva y que luche por una transformación radical de la sociedad.
A la política migrante le cuesta sentir la tierra donde pisan sus pies, porque su corazón está dividido, parte acá y parte del otro lado del océano. El Bloque Latinoamericano es un organismo vivo, que en sus cuatro años de existencia no cesa de transformarse. La inmovilización generada por la pandemia nos permitió hundir los pies y profundizar el trabajo político situado en el territorio que habitamos, aunque sin dejar de lado la solidaridad con las luchas en América Latina. Nuestro trabajo de autoorganización migrante surgió de un diagnóstico de las necesidades de la población latinoamericana en Berlín. Apostamos a enfrentar la precarización laboral en los sectores con gran representación migrante como es la economía de plataformas. Lo hacemos poniéndole el cuerpo a la solidaridad con las huelgas y aportando herramientas de formación política para apropiarnos de las herramientas de la organización sindical y los comités de empresas. Nos enfocamos también en el derecho a la vivienda, facilitando el acceso a la información y fomentando redes de apoyo mutuo para navegar o hackear la burocracia, mostrando su carácter opresivo como primer paso para combatirla.
El trabajo político migrante está anclado en el presente, porque muchas veces su pasado está en otro lado y su futuro aún no tiene lugar definido. Como Bloque Latinoamericano sabemos que queremos construirnos como una herramienta que nos exceda como personas individuales, que esté disponible para las sucesivas olas y generaciones migrantes. En este intento de pensarnos hacia el futuro, el ejemplo del MST nos ayuda a imaginar los próximos pasos. Quizás el próximo escalón sea la interpelación directa del poder, lograr que la movilización nos sirva como forma de hacer presión y obtener respuestas concretas a nuestras demandas. Otra pisada firme será la combinación de la lucha reivindicativa con la autogestión del trabajo y de las distintas esferas de la vida. Así iremos, paso a paso, creando formas políticas con un ritmo propio, con un sonido nuevo que quizás recuerde a las melodías de Silvio Rodriguez y la poesía de Hannes Wader.