En medio de una crisis energética, una inflación creciente tanto en la isla como en la region y un desabastecimiento notorio debido a, en primera medida el bloqueo ecónomico que impone el imperialismo norteamericano y, en segunda medida por la imposibilidad del PCC de generar políticas que le den respuestas al pueblo fruto de su burocratización interna, el próximo 25 de septiembre, Cuba votará un nuevo Código de Familias que podría ampliar derechos históricos como el matrimonio igualitario en su legislación. Una de las deudas históricas de la Revolución Cubana a nuestra comunidad que, lento pero seguro, podría arribar finalmente para probarle al mundo que algunos cambios en la isla si nos dan esperanza hacia un futuro mas justo.
Para poder dimensionar su importancia basta con decir que sería el segundo país de Centro América y el Caribe -el primero fue Costa Rica- en contar con este derecho en todo el territorio nacional, y el 10mo país en todo América (Sur-Centro y Norte).
De alguna manera estos números arrojan que, donde vemos mundialmente un avance en el ataque a los derechos de las personas LGBT+ con movimientos liberales defensores del capitalismo y sus iglesias fascistas y golpistas, vemos a una Cuba que sigue resistiendo en materia de Derechos Humanos. Cada vez se pone más en crisis la narrativa liberal que proclama que quienes formamos parte de la comunidad LGBT+ en Cuba “vivimos mal” y que en países capitalistas “vivimos bien”. Si hay algo que queda claro, además, es que la revolución cubana no es un proceso estanco ni LGBTfóbico como muches autorxs sostienen y que los distintos recambios generacionales tanto en Cuba como en todo el mundo están abriéndonos paso en nuestras sociedades.
El cambio del Código de Familia cubano que permitiría este derecho, es parte de la ley bajo la que se amparan los derechos y deberes ciudadanos a nivel legal. Para hacer el cambio de dicha ley se viene dando un proceso largo de democracia directa donde hubo más de 79 mil reuniones en todo el país de la cual participaron casi 7 millones de personas entre febrero y abril de este año, en las cuales se podía opinar sobre el texto de la ley que impactará sobre la vida de todes les cubanes y quienes tenemos estrechos vínculos con la población.
Evidentemente, como demuestran los datos, en Cuba, al menos la decisión de cómo llevar adelante legislaciones que impactan sobre la vida de las personas pueden ser tomadas de manera directa. Esto muestra una gran diferencia con las democracias burguesas en las que nos venden que la democracia pasa por votar a un montón de distintos partidos pero jamás formar parte de las decisiones del gobierno y donde les representantes pueden tomar las decisiones sobre nuestra vida sin importar lo que pensemos como pueblo.
¿Qué otros avances ofrece el nuevo Código de Familia?
Ampliaría los derechos políticos de las personas LGBT+ y además reconoce y tipifica con amplio espectro las violencias de género que sufren fundamentalmente las mujeres. Asimismo, reconoce y amplia la posibilidad de denuncia de situaciones de violencia así como se especifican las posibilidades de la gestaciones solidaria.
A su vez, el Código reconoce a las tareas reproductivas en el hogar como plausibles de retribución económica. Este, es un reconocimiento que los movimientos feministas aun hoy seguimos peleando en el mundo: que el trabajo doméstico colabora de manera central en la valorización. Las clases dominantes cierran filas en el mundo en oposición a esta remuneración dejando claro lo funcional que es a sus ganancias.
El texto incorpora también la idea de autonomía progresiva, es decir, que las personas menores de edad son un sujetos de deseo que, mediante sus propias decisiones, la participación, el respeto y la escucha sobre sus propios criterios pueden ser tenides en cuenta a la hora de decidir sobre sus vidas.
Es en este mismo sentido que el nuevo Código de Familia amplia los derechos y la autonomía de decisión sobre los cuerpos y vidas de las personas en situación de discapacidad, así como la responsabilidad del Estado en acompañarles con medios económicos y tecnológicos.
También el texto reconoce las uniones de hecho, la separación de bienes y reemplaza el término de Patria Potestad por responsabilidad parental.
A su vez, el código introduce la responsabilidad del estado frente a los contextos tecnológicos en el que les niñes y la sociedad se ve envuelta.
Cuba no es la vanguardia que esperaríamos
Sobran argumentos para demostrar que Cuba sigue estando entre los países que más está avanzando en la región de América Central y el Caribe y ni hablar de que el proceso de la revolución cubana sentó las bases para la ampliación sistemática de derechos sociales.
Sin embargo, en tanto activistas de lo que denominamos en otras partes de Latinoamérica-Abya Yala como disidencias sexuales -que nada tiene que ver con las llamadas disidencias del régimen cubano sino que hacen referencia a las disidencias al sistema hetero-cis-patriarcal- vemos grandes vacíos tanto el proceso como en el resultado de este código de familia.
En primera medida, porque estar discutiendo el matrimonio igualitario dentro del Código de Familia es la consecuencia de haber quitado la discusión del cambio de la Constitución fundamentalmente debido a la presión que ejercieron los sectores más conservadores y religiosos dentro de la isla.
A su vez, el gobierno cubano en vez de incentivar y confrontar contra los fundamentalismos religiosos decidió sentarse a negociar y ceder, ignorando que son los mismos sectores religiosos que llevan consignas de “con mis hijos no te metas” o hablan de la idea de “ideología de género” son los mismos sectores que promulgan al fascismo en todo América Latina y colocaron a Bolsonaro en el gobierno de Brasil.
Negociar con el fundamentalismo religioso trae aparejada una peligrosidad mayor inclusive en términos estratégicos. Sabemos que las iglesias sobre todo en América Latina, son fueron y serán la retaguardia del fascismo… ¿O acaso olvidamos como en el golpe de estado en Bolivia ingresaron al parlamento con la cruz de Jesús y quemando la Whipala para instalar el capitalismo neoliberal como sistema político?
Al mismo tiempo, este código de Familia si bien es progresivo en materia de orientación sexual y en apertura a la sexualidad de las personas, deja un espacio bastante grande y una ausencia de derechos para la libertad y autonomía en materia de identidad sexual.
El código de Familia sigue dividiendo a les niñes en varones y mujeres como si no fuese una construcción socio-cultural. Tampoco amplia los sujetos con capacidad de gestar de mujeres a, por ejemplo, la idea de personas gestantes, es decir, la idea de darle identidad jurídica a varones trans y personas no binarias reconociendo sus identidades explícitamente. En Argentina por ejemplo, fue un debate que dimos oportunamente desde los movimientos trans-feministas donde peleamos muy arduamente para que se apruebe el término “mujeres y personas gestantes” para intentar visibilizar que las mujeres no eran las únicas que debían ser protegidas en términos de derechos reproductivos.
A su vez el texto del Código de Familia define a la “cultura patriarcal” como asentada sobre la “desigualdad de poder entre el hombre y la mujer”. Definición que quedó obsoleta para muchos movimientos sociales latinoamericanos hace unos cuantos años: La violencia de género se asienta sobre la idea de que las personas al nacer son violentadas por una sociedad que les impone un sexo que nada tiene de biológico, una manera de comportarse frente a ese sexo (el género) y se asume e intentar imponer una orientación sexual.
Les activistas de las disidencias sexuales que vemos en Cuba un faro de esperanza frente a una sociedad capitalista en decadencia, esperamos de Cuba ser la vanguardia en materia de derechos, desearíamos la profundización en materia de autonomía sexual para poder decidir inclusive en la niñez sobre la identidad sexo-genérica de las personas.
Además de una explícita autonomía para las infancias trans como deuda de este Código de Familia también lo es una reparación histórica a la comunidad LGBT+.
Esto quiere decir tomar medidas para reparar el daño infringido contra nuestra comunidad en término de las desigualdades estructurales que venimos sufriendo. Por ejemplo en el acceso y permanencia en el trabajo formal. Pensemos en la participación y la inserción específica laboral que sufren nuestras identidades y las dificultades que experimentamos para poder acceder a puestos de poder y nos daremos cuenta… ¿O el parlamento cubano tiene un gran porcentaje de parlamentaries trans? ¿O acaso los principales puestos de poder dentro del Partido Comunista y su Juventud están ocupados por personas visiblemente sexo-divergentes?
A su vez, cuando este Código da tratamiento a la violencia de género solamente nombra a las mujeres como las posibles sujetas de violencias. No nombrarnos es no darnos entidad, no nombrarnos ante una violencia mundial escalada hacia nuestras identidades es explícitamente borrarnos.
Somos las personas trans femeninas, trans masculinas, las personas no binarias, las lesbianas, los gays las sujetas de violencia de género. Somos, existimos y deberíamos tener un reconocimiento especial en el reconocimiento de violencias estructurales.
Y si seguimos hilando, otro gran ausente de este código de familia es la Identidad de Género. Si bien, escribiría las críticas que tengo sobre lo que falta, mejor proponer concretamente que es lo que debería haber sido incorporado en el texto alrededor de la Identidad a partir de lo que dice la Ley Argentina sobre la identidad de género. Ley que, no nos olvidemos, fue formada, impulsada y militada por un grupo de travestis comunistas argentinas entre las que se destacan Diana Sacayán y Lohana Berkins.
Este texto dice:
Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios 8 farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales.
A su vez, el mismo texto dice claramente que
Toda persona tiene derecho: a) Al reconocimiento de su identidad de género; b) Al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género; c) A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.
¿Era tan difícil estudiar el caso de las camaradas con las que inclusive hoy el estado cubano tiene un vínculo cercano?
Ni hablar que también hubiesemos esperado de la Revolución Cubana que asegure todos estos derechos para las personas LGBT+ con una ley de Educación Sexual Integral que no solamente amplie las libertades de las personas en materias de identidad sino que les dé un acompañamiento a través de las instituciones educativas para poder liberarse de los sistemas de opresión y además poder darle herramienta a las personas en las infancias para poder detectar y prevenir situaciones de abuso sexual en la niñes.
Por supuesto que este nuevo código amplia los derechos y las instituciones, pero la niñez también necesita herramientas metodológicas efectivas afectivas para poder detectar y confrontar contra el abuso sexual. Al menos yo, no conozco una mejor herramienta que la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos para hacerles frente.
No es solo una cuestión de correlación de fuerzas
Dentro de los sectores más críticos y con formación de género se conocen algunas de estas críticas y limitaciones del nuevo Código. Sin embargo, y a pesar de ser infinitamente más progresivo que el anterior e inclusive novedoso para más de la mitad de los países en el mundo, a quienes nos definimos como marxistas y llevamos bien en alto la reivindicación absoluta de la Revolución Cubana y la figura del Che y Fidel no nos alcanza… ¡Y pues claro que a Cuba le vamos a exigir más en materia de Derechos Humanos y sociales que a las sociedades capitalistas!
Quienes estamos convencides de que el socialismo es una forma de organización más humana que cualquier sistema capitalista, también esperamos de estos procesos que estén en la vanguardia de los movimientos sociales y no detrás de discusiones que en los movimientos sociales latinoamericanos ya venimos saldando.
Así como el Che Guevara decía que no se necesitan que todas las condiciones sociales estén dadas para que un foco guerrillero pueda llevar a una revolución a su triunfo, me atrevo afirmar a que no podemos esperar a que el conjunto de la sociedad ni cubana, ni mundial esté preparada para aceptar que la ampliación de derechos para la comunidad LGBT+ es un deber social para poder avanzar sobre ellos ¿Por qué se empeñan en plebiscitar y consultar la ampliación de derechos a personas heterosexuales y cisgénero -es decir que se identifican con sexo asignado al nacer-? ¿Por qué las mismas personas que nos golpean en nuestras infancias, nos violentan en nuestras adolescencias y nos matan en nuestra vida adulta son las mismas que pueden opinar sobre nuestros derechos? Así como no le preguntamos a un capitalista si está dispuesto a socializar los medios de producción para que les trabajadores que sufrimos la explotación podamos vivir mejor, creo yo que debemos dejar de esperar a que las sociedades “estén preparadas” para que nuestras existencias vivan con dignidad para avanzar en materia de derechos humanos.
Latinoamérica es un gran ejemplo de que el futuro del socialismo y las transformaciones sociales o es transfeminista, o está condenado al fascismo recalcitrante Bolsonarista.
Sin transfeminismo no hay socialismo.
Sin socialismo no hay transfeminismo.
”Hay tantos niños que van a nacer con un alita rota, y yo,
quiero que vuelven compañero,
que su revolución,
les de un pedazo de cielo rojo
para que puedan volar”
Pedro Lemebel – 1986 Santiago de Chile