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Hermanar nuestras luchas y romper fronteras: dialogando sobre los desafíos de las izquierdas con Adriana Guzmán  

“¡Muchas gracias a las ancestras que nos han traído hasta aquí, que les acompañan seguramente hasta aquí! Es difícil resistir en espacios que no son nuestros territorios, sin esa fuerza, sin esa memoria. Creo que para mí eso ha sido muy importante de poder encontrarnos, porque venimos de un mismo territorio, y venimos de un mismo territorio hipotético, de un territorio que queremos transformar.”

Con estas cálidas palabras nos saludó Adriana Guzmán la noche del 14 de abril en Berlín. Sentadxs en círculo, compañerxs de varios colectivos y de la comunidad latinoamericana migrante escuchábamos atentamente a esta querida referente del Feminismo Comunitario de Bolivia. En el centro, las hojas de coca descansaban sobre un aguayo. Las Wiphalas nos cobijaban desde las paredes. Sobre las mesas, las velas iluminaban libros y adornos que también habían cruzado el Atlántico. Desde el Bloque Latinoamericano Berlín organizamos los “Diálogos de solidaridad y resistencia” para intercambiar saberes, sentires y estrategias con compañerxs de movimientos sociales que nos inspiran a seguir luchando.     

Adriana Guzmán Arroyo es hija de Amparo y nieta de Teresa y Elena. Es aymara, lesbiana, feminista, educadora popular y parte de la organización Feminismo Comunitario Anpatriarcal y de las Feministas de Abya Yala. Participó del proceso de las Autonomías Indígenas en el Estado Plurinacional de Bolivia y fue delegada de los movimientos sociales en la Asamblea de refundación de la justicia.

Mientras masca coca, la compa Adriana cavila las preguntas que habíamos preparado y aquellas que le hacen lxs participantes en el momento: ¿Cómo podemos hermanar más todas las luchas por un mundo más justo? ¿Qué aprendizajes y horizontes nos aportan los feminismos desde Abya Yala para resistir a la fragmentación dentro de los movimientos populares? A continuación, tejemos las palabras de Adriana con nuestras reflexiones. Seguimos procesándolas y convirtiéndolas en práctica política día a día. 

Descolonizando andamos: no hay un feminismo universal

Adriana empieza subrayando que, cuando hablamos de feminismo e izquierdas, debemos hacerlo desde una mirada descolonizadora. La idea de una lucha feminista universal se basa en nociones coloniales que borran la diversidad. Los feminismos desde Abya Yala son otros feminismos, comunitarios y territoriales, que han sido construidos en la lucha contra el patriarcado, la represión, los golpes de estado y las masacres. Surgen como una necesidad de supervivencia ante esta realidad; no son simplemente una extensión del feminismo de Europa. Es por esto que Adriana nos alerta ante los feminismos europeos que han reducido la noción de patriarcado y han perdido de vista que no basta con creerse muy inclusivxs cuando las herramientas de dominación siguen en pie. 

Los feminismos anticoloniales tienen que ponerse de acuerdo en qué quieren, para enfrentarse a un sistema que se ha sofisticado. El sistema capitalista, patriarcal y racista logra comerse nuestras propias luchas y despolitizar nuestras consignas, ya que tiene la capacidad de reinventarse, reciclarse y perfeccionar sus mecanismos de dominación. Estamos frente a una situación compleja: hay mujeres de derecha que dicen ser feministas; hay juventudes no revolucionarias; hay indígenas que votan por neoliberales. Asimismo, hay feminismos descafeinados que solo venden el lifestyle del empoderamiento.

Necesitamos generar espacios de diálogo para entender las necesidades diversas y lograr comprender colectivamente que la base más profunda de la opresión son las relaciones de poder. Además, repensar conceptos y teorías no sólo es tarea de la academia: precisamos de discusión y reflexión dentro de nuestras propias organizaciones y en nuestras comunidades para aclarar nuestros discursos, metas y palabras.

Más allá de los binarismos: la comunidad como propuesta política

No solo hay que romper los binarismos en el género, sino también en la política. El sistema busca dividirnos usando el binarismo como su método. Debemos estar atentxs, pues el pensamiento binario es una traba para todo sueño de liberación. Por eso, tenemos que amigarnos con la pluralidad de puntos de vista para luchar contra la opresión.

El feminismo comunitario no se encamina a la lucha de las mujeres contra los hombres, sino a la construcción de la comunidad como un espacio político para que mujeres, hombres y disidencias sexuales luchemos juntxs contra el machismo, el patriarcado y el racismo. Esta reflexión fundamental nos resuena profundamente en nuestra lucha como migrantes. No consideramos que nuestro movimiento deba constituirse solo de personas migrantes o de determinadas identidades, sino que basamos nuestra práctica política en la construcción de una comunidad en la que personas migrantes y no migrantes podamos luchar contra el sistema capitalista que nos oprime. La lucha es finalmente de todos los cuerpos y almas que sueñan y se activan para transformar la sociedad.

Tampoco romantizamos la idea de comunidad ni la pensamos libre de contradicciones, sino que apuntamos a desenredar nudos y construir pasito a pasito la sociedad que queremos. El desafío está en conciliar posiciones y formar alianzas alrededor de causas concretas. El diálogo, el trabajo conjunto y la práctica diaria es la que evita la polarización dentro de nuestros movimientos.

El sistema se ha recrudecido: hay que repensar nuestras herramientas de transformación

El sistema patriarcal, capitalista, colonialista, racista, extractivista y machista está en constante metamorfosis. En los últimos cuarenta años se ha profundizado, perfeccionado y radicalizado. Es por esto que la compa Adriana plantea que hay que actualizar nuestras herramientas de lucha: el feminismo, el comunismo, el socialismo. Esto nos resuena como organización migrante, en tanto estamos acostumbradxs a repensar nuestro proyecto político constantemente en estas tierras lejanas. Siempre volvemos una y otra vez a evaluar, reconstruir y combinar nuestras herramientas para la transformación, traduciendo y adaptando las perspectivas que traemos desde Abya Yala/América Latina al territorio que habitamos hoy en día.

Hermanar las luchas y romper fronteras es una necesidad, no solo un deseo

“Si no nos hermanamos, estamos en problemas allá y estamos en problemas acá. (…) Además, el sistema ha logrado oprimirnos de tal forma que nos sentimos culpables por estar aquí y por no luchar allá; y allá sentimos que están aquí muy cómodas en vez de luchar allá. Entonces hay unas lógicas de culpabilización y de victimización que fragmentan a los movimientos.” Compartimos este análisis agudo de la compa Adriana, porque lastimosamente hemos vivido cómo en Alemania muchos colectivos de izquierda o anticoloniales pierden de foco cuál es el enemigo común. ¿Cuántas veces hemos visto con pesar cómo a colectivos que tienen muchas más similitudes que diferencias les cuesta cooperar entre sí?

En vez de hermanar luchas diversas, las lógicas “ONGeras” que viven de la culpa sumergen a las izquierdas en una “olimpiada de las desigualdades”. La mirada individualizante -y hasta policiaca- de “¿quién es más privilegiadx que quién?” hace que se apunten dedos entre compañerxs. El sistema crea muchas prácticas individualistas, sobre todo en una Europa tan neoliberal. Hay que romper fronteras y organizarnos todxs en la lucha, tanto las personas migrantes como las personas nacidas o socializadas en Europa.

En vez de entender que de la lucha pueden y deben participar todxs quienes quieran cambiar este sistema, muchos procesos se fragmentan innecesariamente. ¡Qué bien nos haría comprender que los procesos de lucha colectiva también son procesos de transformación del sistema que vive en cada unx de nosotrxs! Pensamos que hermanar nuestras luchas significa aprender a reconocer al enemigo común. Hermanarnos, entonces, implica romper fronteras, fronteras de muchos tipos.   

Ante este panorama complejo, Adriana nos insta a descolonizar las categorías no solo desde la teoría, sino sobre todo desde el cuerpo, desde la experiencia: “Ahí está la posibilidad de recuperar todos los aprendizajes que hemos tenido en los últimos veinte años de procesos en Abya Yala que han sido importantes, hechos desde los pueblos, que si bien han estado en los estados -y ahí podemos tener nuestras críticas- han sido procesos que han transformado cosas. Yo no sé si en el mundo se discutía tanto de patriarcado como desde que el movimiento feminista ha crecido en Abya Yala, en América Latina”.

Es cómodo ser “solidarixs”… en realidad todxs tenemos responsabilidad política

Nuestra lucha migrante aquí no se puede realizar sin estar conectada con las luchas al otro lado del charco. Hay que romper con los nacionalismos y organizarnos juntxs como personas de y desde Abya Yala. Esa siempre ha sido la apuesta del Bloque Latinoamericano Berlín: tejer puentes. No se trata solamente de mostrar solidaridad, sino que es una cuestión de responsabilidad política. Este paso de la solidaridad a la responsabilidad no nos atañe solo a lxs migrantes, sino a toda la sociedad en Alemania.

En ese sentido, Adriana aboga contra la individualización y recalca la importancia de la organización colectiva: “Cuando lxs europexs dicen ¡Qué linda la revolución por allá!, la respuesta debería ser ¡Hagan la revolución aquí!” Y nosotrxs sumamos nuestras voces para amplificar: ¡Hagamos la revolución aquí y ahora!

Este diálogo con nuestra entrañable compañera lo guardamos en nuestra memoria colectiva y en nuestro corazón. Las reflexiones que han ido decantando nos acompañan en nuestra práctica política cotidiana. El tejido de palabras y sueños que creamos aquella noche de primavera nos arropa en estas tierras que hoy se están poniendo más frías y hostiles. Sin embargo, seguimos. ¡Seguimos organizando la rabia y defendiendo la alegría!