El mundo mira con atención los primeros meses del gobierno de Javier Milei en Argentina. Por un lado, pareciera ser parte de una nueva generación global de líderes de ultraderecha junto con Trump en Estados Unidos, Meloni en Italia, Bukele en El Salvador, o Bolsonaro en Brasil, entre otros. Al mismo tiempo, daría la impresión de constituir un ejemplo más extremo, un intento de ir un poco más allá y correr la frontera de lo posible para las derechas internacionales. En notas previas en esta web analizamos las medidas que el gobierno intentó aplicar o aplicó en sus primeras semanas y los efectos económicos, como la hiperinflación o las políticas de austeridad, que profundizan la crisis económica y social de Argentina. Escribimos también acerca de cómo se posicionan los distintos sectores de la política y cómo se perfila la resistencia a este gobierno. En esta nota buscamos poner el foco en cómo viven los primeros meses del gobierno de Milei los movimientos sociales, un actor fundamental de la política argentina desde hace más de 20 años. Conversamos para ello con compañeres que le ponen el cuerpo a la resistencia día a día desde el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) para conocer sus miradas y experiencias.
Milei: violento con los pobres, sumiso con las corporaciones
En su afán de que todo esté liderado por el mercado, Milei no solamente está intentando destruir o desfinanciar todas las áreas del Estado vinculadas a la política social, laboral y de asistencia, sino que también busca desarticular otro de los sostenes fundamentales de la reproducción de la vida de los sectores populares: los movimientos sociales.
“La política de Milei hacia los movimientos sociales es de un enfrentamiento total con el objetivo de destruirlos. Su argumento principal es que los movimientos son intermediarios o ‘CEOs’ de la pobreza, que se benefician con la miseria de nuestro pueblo. Esto pretende ocultar el hecho de que son los movimientos los que dan respuestas concretas a las necesidades sociales de asistencia y contención de los sectores populares desde hace dos décadas”, nos cuenta un compañero del FOL. Los movimientos asumieron a partir de la profunda crisis que hubo en el 2001 un rol central en los barrios populares en todo el país. Se trata de una función que va mucho más allá de ofrecer acceso a derechos básicos como comida, educación, salud o trabajo: la presencia de los movimientos tiene un rol en la construcción comunitaria mediante lazos de solidaridad y contención social.
Mediante el desfinanciamiento, el amedrentamiento, la persecución y el desprestigio mediático, Milei demuestra tener un plan sistemático contra las organizaciones sociales y políticas populares. Algunos ejemplos de esto son:
- El protocolo para evitar movilizaciones callejeras elaborado por el Ministerio de Seguridad de la Nación, el cual autoriza, entre otras cosas, a que las fuerzas represivas accionen sin mediar indicación de un juez.
- La quita total de alimentos para los casi 40.000 comedores populares de todo el país en donde se alimentan más de 4 millones de personas día a día, en su gran mayoría niñes.
- La desfinanciación del fondo de integración socio urbana, el cual se encargaba de la urbanización de los barrios más pobres mediante la construcción de servicios básicos como agua corriente y cloacas.
- La campaña mediática de desprestigio en contra de quienes reciben y gestionan planes sociales.
- El cierre del mayor programa social y laboral, el “Potenciar Trabajo”, el cual representaba un fortalecimiento a los ingresos de 1.400.000 de personas.
Ahora bien, ¿por qué Milei demuestra tanta saña en contra de las organizaciones populares? Una razón evidente es que, desde su perspectiva, representarían una distorsión para el libre juego de la oferta y la demanda, el cual, según las teorías neoliberales sería el mejor medio posible para asignar recursos. Pero hay razones para pensar que el motivo va más allá y apunta a desarticular las formas colectivas de vida y resistencia. Fueron los movimientos sociales y las organizaciones de izquierda las que realizaron la primera movilización en contra de la política del gobierno y lograron doblegar la anunciada represión indiscriminada anunciada por la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Fueron también durante los años del gobierno de Macri una parte fundamental de la movilización que logró frenar algunas de las medidas que habrían implicado una transformación profunda en contra de los sectores más vulnerables, como la reforma del sistema previsional o el recorte del gasto público destinado a política social.
La política de Milei tiene el objetivo de “resetear” la matriz comunitaria que existe en Argentina. Pretende barrer con consensos establecidos hace décadas respecto del rol que tienen el Estado y los movimientos en conjunto para garantizar los derechos de los sectores más excluidos de la sociedad. “El gobierno sabe que los movimientos populares somos quienes podemos protagonizar la resistencia a su gobierno y por eso apunta a desarticularnos y eliminarnos como sujeto en el territorio”, reflexionan compañeres del FOL. “De esta manera, deja el terreno fértil para que avance el narcotráfico, como sucede en otros países latinoamericanos con más fuerza que en Argentina, como un actor que se establece con fuerza en los barrios populares por ser quien da algún tipo de respuesta a las necesidades urgentes de asistencia social”.
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”: el ejemplo del FOL
Con el fin de reconstruir de forma concreta y tangible de qué hablamos cuando hablamos de movimientos sociales, conversamos con compañeres del Frente de Organizaciones en Lucha acerca del trabajo que realizan desde hace más de 15 años y cómo enfrentan el contexto actual.
El FOL se formó en el 2006 a partir de la militancia territorial en el conurbano bonaerense en la lucha contra la desocupación y la pobreza. Es en este sentido parte del más amplio “movimiento piquetero”, nombre que se le da a los movimientos de nuevo tipo que surgen en la organización de trabajadores desocupades y recurren a un nuevo método de lucha: el corte de ruta o “piquete”. Con los años el FOL se fue definiendo como un movimiento que realiza lo que denominan “trabajo territorial complejo”, es decir un abordaje de las problemáticas de los barrios populares de forma integral, teniendo en cuenta las distintas esferas de la vida: vivienda, trabajo, género, niñez, educación, cultura, medioambiente y más. Este trabajo es el que permite construir poder popular desde abajo en una lucha que es por la satisfacción de necesidades concretas hoy y ahora, al mismo tiempo que por la construcción de “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”. La frase de Rosa Luxemburgo que el FOL toma como lema resulta más actual que nunca, en un contexto en el que la idea de libertad es apropiada desde las derechas.
La construcción de poder popular se concretiza en el marco del trabajo del FOL de diversas maneras, por ejemplo:
- Distintas iniciativas de trabajo autogestivo permiten a sus integrantes no solamente crear sus propias fuentes de trabajo sino también apropiarse de su valor, por ejemplo en el marco de cuadrillas de albañilería conformadas por mujeres, de cuadrillas de producción textil o la producción y distribución de productos agroecológicos, entre muchos ejemplos.
- La Universidad Piquetera constituye un espacio de educación popular para los movimientos sociales, en los que compañeres de todo el país construyen colectivamente los distintos tipos de saberes necesarios para la transformación social.
- Los jardines populares, las iniciativas de apoyo escolar y los bachilleratos populares garantizan el acceso a la educación.
- La construcción de barrios populares, las iniciativas de reciclaje y la limpieza de arroyos contaminados garantizan el acceso al hábitat de forma sustentable.
- Mediante el acompañamiento en casos de violencia de género y la conformación de asambleas de mujeres se materializa la lucha contra el patriarcado.
Para hacer frente al contexto actual, el FOL se propone por un lado reforzar su presencia territorial y las herramientas concretas para hacer frente a las necesidades. Por otro lado, ha decidido como lineamiento central “una política de unidad con todo el espectro de los movimientos sociales, incluso con aquellas con las que hemos tenido diferencias en el pasado, para hacer frente de forma conjunta a los ataques del gobierno”, anuncia un compañero del FOL.
Enfrentar a Milei es una tarea internacionalista
Como afirmamos al comienzo de esta nota, Milei es hoy una de las expresiones más extremas de la derecha global. Aquello que logre ejecutar en Argentina se convertirá en parte del repertorio de los neoliberalismos extremos y represivos a nivel internacional. El apoyo de aliados institucionales e ideológicos en el plano internacional, como el fondo de inversión BlackRock, de Elon Musk, o el FMI, dan cuenta de que esta batalla no es solo central para Argentina sino también para los centros globales de poder.
Argentina se ha caracterizado por tener históricamente un gran alcance de las formas de organización social, un alto grado de sindicalización en términos comparativos internacionales. Esto permitió que los sectores populares, aún en contextos de empobrecimiento, mantengan el acceso a derechos adquiridos y defiendan sus formas comunitarias de vida. “Creemos – reflexionan compañeros del FOL – que el gran capital intenta, a través de estos gobiernos ultraneoliberales, fascistas, conservadores, cambiar las reglas de juego, mostrarle al mundo que es posible quebrar a la clase trabajadora en cualquier lado, incluso en Argentina. Esto es algo que no podemos permitir.” Es clave entender la perspectiva global del proyecto de las nuevas derechas y la importancia de que la resistencia a este gobierno esté articulada desde las izquierdas a nivel internacional, regional y local. El caso de la oposición a Bolsonaro en Brasil y en la región es un ejemplo de cómo esto se puede realizar, en tanto la consigna “Elle nao” resonó en todo el mundo y los desarrollos de su gobierno se miraron bien de cerca desde diferentes latitudes.
¿De qué manera se puede articular una resistencia internacionalista a Milei en Argentina? Acercamos algunas propuestas:
- La visibilización mediante redes sociales y cobertura mediática de los efectos sociales que tienen las políticas de Milei, sobre todo de las experiencias concretas de organización y autogestión de los movimientos sociales que están siendo amenazadas, puede aumentar el costo político de que el gobierno avance con estas medidas.
- La construcción de una amplia red organizaciones de la sociedad civil en diferentes partes del mundo podría permitir denunciar las violaciones a los derechos humanos (como la quita de alimentos de comedores o de medicamentos a personas con enfermedades terminales, entre otras) ayudando a su vez a asegurar la integridad física y legal de las personas que participan de los movimientos sociales.
- La movilización de recursos financieros puede ayudar a garantizar la continuidad de estructuras que garantizan el acceso a necesidades básicas de los sectores más vulnerables, en tanto el financiamiento estatal está siendo retirado repentinamente.
- La construcción de espacios de articulación de las izquierdas latinoamericanas y europeas de forma horizontal, no paternalista, es clave para garantizar un apoyo mutuo a los focos de resistencia locales en contra de los ataques de las derechas globales.