Eternas como las Santidades, son las contradicciones

¿Cómo estar triste tras la muerte del máximo lider de la institución más conservadora y genocida de la historia? ¿Cómo no estarlo si se fue quien en esa misma institución, con más de 1400 millones de fieles, pregonó los valores de la comunidad y la justicia social?

“Hagan lío” le dijo Francisco, recién nacido, a una multitud de jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil en 2013. Ese “Hagan lío afuera, salgan a la calle” se convirtió en un eslogan para la transformación de la Iglesia, y un deber generacional para quienes crecimos cerca de las influencias cristianas, aunque luego hayamos decidido tomar otros caminos en donde desarrollar ese deber.

Se fue un Papa abiertamente crítico a las actuales políticas de derecha. Se fue el Papa que se sentó a hablar con feministas, personas trans, no binarixs, homosexuales. Se fue el Papa que se hizo cargo de los abusos infantiles por parte de la Iglesia. Pero también se fue un cura villero, con consciencia social, con trabajo de base, con compromiso y definición.
También se fue ese, cuyo rol en la última dictadura eclesiastica, civico militar en Argentina, nunca se llegó a esclarecer.
No olvidamos, no perdonamos. Pero sí reconocemos.
Se fue el Jesuita que puso en el centro de su política eclesíastica a los movimientos sociales.
Se fue un Papa que, en nuestra América, le llegaba a multitudes que nosotres no le llegábamos, y que hoy nos toca ver cómo vamos a llegarles.

Quizás lo más fácil para hacer, sea juzgar a cada quien por su contexto. Y ahí el veredicto sí que es innegable: se fue el más progre de los conservadores.

En este contexto de auge de nuevas derechas y políticas ultra-conservadoras a nivel global, abrazamos el dolor de nuestro pueblo que lo llora, y al mismo tiempo creemos que no hay mejor forma de recordar a este cura villero que llegó a ser el primer Papa latinoamericano, que haciendo lo que, cuando éramos jóvenes, nos pidió hacer: salir a las calles y hacer lío.