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Desde México hasta Ecuador, pasando por Berlín, decimos once veces ¡No!

El asalto a la Embajada de México en Ecuador la noche del 5 de abril, «no pudo haberse llevado a cabo sin el respaldo de alguna potencia», dijo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el pasado 9 de abril en su conferencia de prensa diaria, conocida como «la mañanera», en donde, además, se quejó de los «pronunciamientos muy ambiguos de algunos países», haciendo referencia a Estados Unidos y Canadá. Durante esa mañanera, AMLO, hizo públicas las grabaciones de las cámaras de seguridad de la embajada mexicana en Quito, que evidenciaron el brutal ataque a la sede diplomática, en el que un comando de las fuerzas especiales allanó la sede para secuestrar al ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, quien recién había obtenido el asilo político por parte del Estado mexicano, encañonando en este cobarde acto, al personal diplomático mexicano ahí presente y atentando en contra de su dignidad e inmunidad. Las palabras de López Obrador tuvieron como consecuencia que horas más tarde, y después de haber «analizado los videos» mostrados, tanto el gobierno estadounidense, como el canadiense, condenaran el asalto a la embajada por la violación de la Convención de Viena de 1961 sobre la inviolabilidad de las sedes diplomáticas. 

En la mañanera, la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, detalló las acciones a seguir por parte del gobierno de México: el rompimiento formal de las relaciones diplomáticas y comerciales con Ecuador y la demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), para solicitar la expulsión de Ecuador de las Naciones Unidas, en tanto no ofrezca una disculpa pública, comprometiéndose a nunca repetir un acto similar, y se otorgue el salvoconducto a Jorge Glas, garantizando su integridad física.

Días después, se llevó a cabo una reunión urgente en la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA), en la que todos los países miembros -incluso, la Argentina de Milei- condenaron el ataque con la excepción de Ecuador, que votó en contra, y la abstención de El Salvador de Bukele. También, el pasado 16 de abril, se llevó a cabo una reunión virtual extraordinaria de jefas y jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) -con muchas ausencias-, en la que la mayoría de los presidentes del progresismo en la región, condenaron fuertemente el asalto a la embajada y al derecho de asilo, y en donde, incluso, Colombia, Venezuela y Bolivia anunciaron que acompañarán a México en la demanda ante la CIJ en contra de Ecuador. 

Un insulto a la tradición de asilo y al pueblo de México

La bravuconería y repudiables actos del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, con el ordenamiento del ataque a la sede diplomática, no solo tuvo como consecuencia la violación de la Convención de Viena y el incumplimiento de la Convención sobre Asilo Diplomático adoptada en Caracas en 1954, sino que, además, marcó un precedente histórico que pasará a la infamia en la región. Ésto, porque ni siquiera durante las dictaduras cívico-militares en Argentina y en Uruguay, o la de Pinochet en Chile se violaron estas dos Convenciones. La irresponsabilidad del «junior» de la política, Noboa, y de su improvisado gabinete fue un insulto a la tradición de asilo político, que es orgullo de la política exterior mexicana y de su pueblo, y que salvó las vidas de miles de exiliades del franquismo, y de los golpes de Estado y sus las dictaduras latinoamericanas, auspiciadas por Estados Unidos y su plan Cóndor. Incluso, salvó la vida, en casos más recientes, de Evo Morales y Luis Arce y sus respectivas familias, tras el golpe de Estado en Bolivia en 2019. Con este asalto, Noboa insultó a la memoria viva de generaciones de miles de personas que encontraron en México un nuevo hogar dentro de la Patria Grande, y de miles de mexicanes que encontramos en elles amistades, profesores, parejas, amigues, hermanes, etc.

Un referéndum y consulta popular con olor a azufre

El hacendado bananero, Noboa, cuya familia es la más rica del Ecuador, busca gobernar a su país como dirige a sus negocios, pero ignora o quiere ignorar, que de por medio están las vidas del pueblo ecuatoriano, que ha visto, en años recientes, un retroceso grave a sus derechos sociales y un alarmante incremento en la violencia. Recién llegado al poder, Noboa llevó a cabo la declaración de conflicto armado interno que ha proporcionado una excepcionalidad del uso militar para el orden público, ante el escalamiento exponencial de la violencia generada por el narcotráfico para la producción y trasiego de drogas hacia los EE.UU. El asalto a la embajada tuvo como objetivo mostrar una supuesta «mano dura» a través de la espectacularización de un operativo de las fuerzas especiales para detener a «un delincuente», al estilo Nayib Bukele, presidente de El Salvador. 

En este contexto, el oligarca Noboa, busca profundizar las políticas neoliberales bajo el pretexto de obtener, a través de un referéndum y consulta ciudadana, mayores poderes para hacer frente a la violencia, pero que, de fondo, buscan rematar a su país a través de proyectos de ley en contra de la clase trabajadora, y a favor de sus intereses comerciales y mineros. 

El asalto a la embajada está conectado con la reunión de Noboa con la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, a finales de enero de este año, en donde se acordaron inversiones estadounidenses millonarias en armamento y cooperación militar. No es casualidad que Noboa, nacido en Miami, se haya sentido con el respaldo suficiente para ordenar el ataque a la Embajada y el secuestro de Glas, como medida electorera, previa al llamado a las urnas y en busca de legitimación que el referéndum y consulta popular le puedan otorgar este domingo 21 de abril. 

¡Ni Plan Colombia, ni Plan México, ni Plan Ecuador! 

En México ya vivimos los años más oscuros de la violencia auspiciada por gobiernos militaristas, cuando la gente votaba por la derecha, creyendo que su problema más grande, la inseguridad, iba reducirse a través de las políticas de mano dura. El pueblo de México conoce bien esa absurda y siniestra espectacularización del uso de la fuerza para legitimar gobiernos débiles y entreguistas. En nuestro caso, lo vivimos en el gobierno espurio de Felipe Calderón que llegó a la presidencia en 2006, tras un fraude electoral, y que tuvo como acto inicial de gobierno la declaración de la guerra contra el narco, que hasta la fecha ha dejado cientos de miles de vidas perdidas, familias desplazadas y miles de migrantes. En México ya tuvimos la Iniciativa Mérida (2008 a 2021), también conocida como Plan México, en referencia al Plan Colombia. Un proyecto que militarizó al país a través de la entrega de miles de millones de dólares para la compra de armamento a las industrias estadounidenses, un proyecto que bañó de sangre al pueblo y llenó de corrupción a la clase política, las policías y el ejército; un proyecto que ahora se busca implementar en Ecuador.

Nuestra solidaridad absoluta con el pueblo bonito ecuatoriano. Nunca más a los intereses del gran capital, con olor a azufre. Nunca más a los «vendepatrias» como Calderón o Noboa, que venden paz a punta de fusil y a cambio de nuestros derechos y recursos naturales.

Desde México hasta Ecuador, pasando por Berlín: Nos unimos al 11 veces ¡NO!